Son buenos días, con o sin ti, ya que mi felicidad no depende de nadie. Depende de cómo quiera hacer las cosas cada día al despertar y tener ese coraje y la fuerza para ponerme en pie e ir en busca de la felicidad. Y también depende de cómo vea los obstáculos que se me presentan día a día en el camino para llegar a donde quiero.
Mi soledad no la comparto con nadie, tengo miedo de que alguien me la quite y me quede en la terrible desolación. Soledad no es estar en medio de cientos de personas y sentirte ausente, soledad es verte pasar con otro de la mano cuando dijiste que lo nuestro sería para siempre. En una relación está el que sale perdiendo y también el que sale perdiendo, pero con ganas de conseguirlo todo. Y yo esta vez soy el que se ha quedado con la manos sin saber adónde ir y con un montón de cosas que para ti están vacías.
Eres esa cicatriz que no me gusta enseñarle a nadie y que ni siquiera me gusta desnudar por las noches porque, por mucho que diga que ya no me importas, en el fondo todavía dueles. Con la gran diferencia que ahora ya no espero a que regreses, tarde comprendí que no puedes cruzar semáforos en rojo con alguien que le tiene miedo a la velocidad.
Sigo con mi vida, sigo arreglándome el corazón, pero esta esta vez, cuando termine de armarlo será para mí. No le regalaré nunca más a nadie lo que tanto me costó componer. Me versearé y me perderé en mis propias letras. Aunque en más de alguna ocasión te encontrarás en cualquier párrafo que haya escrito en una noche de mierda, porque el recuerdo siempre está a nuestro lado, vayamos a donde vayamos, estemos con quien estemos; tu parte en mi historia estará para siempre en esas páginas, que de vez en cuando regresaré por el placer de volver a sentirte.
 
Benjamín Griss